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Emociones Contagiosas


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¿Te ha pasado que cuando alguien platica algo triste, la gente que escucha el relato también se pone triste? ¿O qué pasa con los aficionados cuando su equipo anota un gol? O en una manifestación, cuando el líder empieza a hablar y a movilizar a la gente, ¿te has preguntado por qué gente que solo pasa por ahí empieza a integrarse a algo que a veces quizá ni tenía en mente?

Este fenómeno se llama CONTAGIO EMOCIONAL.

Cuando Interactuamos con una o más personas, se ponen en marcha los mecanismos del contagio emocional. Cada uno de nosotros es responsable de cómo determina los sentimientos de las personas con las que interactuamos.

Como te saluda el chofer del taxi, o tu pareja al iniciar el día, puede hacerte sentir alegre, ignorado, resentido, etc., y a partir de esto, el humor que tienes durante el día se puede ver afectado.

Las emociones son invisibles, pero se contagian. Por ejemplo, las cadenas de favores. A veces alguien hace algo lindo por nosotros, y nos sentimos inspirados a hacer algo bueno por los demás. O viceversa. Si nosotros ayudamos, puede ser que inspiremos a los demás también a ser amables con otra persona durante el día.

Y así vamos por la vida percibiendo nuestras relaciones como negativas o nutritivas. La transmisión de emociones es un proceso primitivo e inconsciente que forma parte de nuestro instinto de supervivencia.

Todo puede empezar a partir de una sonrisa, una queja, una frase de enojo o unas lágrimas. Si vemos a alguien expresar una emoción, en nosotros se evoca el mismo estado. Esto se llama empatía. Hay personas altamente sensibles, que sienten en exceso las emociones ajenas o incluso sus síntomas, y en el otro extremo, están los psicópatas, que son personas incapaces de sentir emoción alguna.

Las responsables de que ocurra esto, son las neuronas espejo. Son como el radar que tenemos para conectar con otros cerebros. Son las responsables de que nos emocionemos en una película, o que nos sobresaltemos cuando alguien se pega (“hasta a mí me dolió”). Entonces, al activarse las neuronas espejo, se ponen en funcionamiento los mismos circuitos cerebrales que los que están activos en nuestro interlocutor. Así, puedes sentir una emoción como propia, sin que lo sea.

¿Quién es la persona que marca el tono emocional en un grupo? El miembro más expresivo emocionalmente. En un ambiente laboral, será la persona más poderosa.

A diferencia de la empatía, el contagio emocional nos resta autonomía. El contagio emocional puede llegar a ser contraproducente o dañino cuando se trata de emociones negativas. Pero si son positivas, ¡bienvenido! Por ejemplo, un ataque de risa es de las cosas más contagiosas y siempre acabas sintiéndote bien. O ir a una conferencia motivadora u oír cosas positivas, hace que te sientas bien un buen rato.

¿Qué emociones contagias a los demás? ¿Cuáles dejas que te contagien? ¿Con cuáles te enganchas más?

Si educamos nuestras emociones, podemos conseguir contagiar deliberadamente emociones positivas a los demás.

A lo largo del día, sentimos muchas emociones. Es importante no reprimirlas. Hay que vivirlas sin juzgarlas, sea miedo, tristeza, vergüenza, enojo, etc., Y es importante porque no se pueden contener solo las negativas, se reprimen también las positivas. Si reprimimos lo negativo, acabaremos anestesiados también contra las cosas positivas que nos ocurren también. Hay que darse cuenta de dónde vienen esas emociones: ¿son tuyas o de alguien más? Si son tuyas, date cuenta de cómo afectas tu entorno.

Si eres amargado, la gente no querrá estar mucho tiempo cerca de ti. Lo mismo si eres enojón. Enfócate en las emociones positivas, en lo que haces bien, rodéate de gente positiva. La risa se contagia. Los actos de amabilidad también. Trata de hacer más de esto último. Recuerda: la gente olvida lo que dices y lo que haces, pero no cómo los haces sentir.



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