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Empoderamiento Femenino


En México, somos 61 millones de mujeres. Tres millones de mujeres más que hombres. Según el INEGI (2015) el 29% del total de los hogares son dirigidos por una mujer... y éste número va en ascenso. Mujeres trabajadoras, empresarias y emprendedoras que se las ingenian para cubrir las necesidades de su familia. Mujeres que hacen las más variadas actividades laborales más las labores en casa. ¿Se dan cuenta de la gran fuerza que hay ahí?

Hay un dicho que dice “mujeres juntas, ni difuntas”. Si tomamos el lado negativo pues supondremos que es porque en ocasiones pareciera que cualquier otra mujer es nuestra enemiga, que somos críticas hasta la muerte o en algunos casos, decididamente malas con otras mujeres. Pero viendo el lado positivo podemos pensar que debido a la gran fuerza que tenemos individualmente, podríamos lograr maravillas al unirnos (lo cual a algunas personas o grupos podría no parecerle tan fantástico). Ojo: con esto que escribo no pretendo demeritar la fuerza de los hombres, no soy una feminazi ni me gustan esos chistes de “padre, madre, guerrera, todo en una”, creo que cada género o más bien cada persona tiene sus rasgos positivos y sus rasgos negativos y sus roles en la sociedad. Lo que pretendo aquí es que nos demos cuenta de la fuerza interna que tenemos como mujeres.

Este año he tenido la suerte de conocer grandes mujeres, de pertenecer a varios grupos en redes sociales donde he visto ambas caras de la moneda: la parte negativa, de crítica y destrucción, pero sobre todo, la parte positiva. He visto ayuda entre mujeres brindada entre desconocidas, entre gente que quizá no viva ni siquiera en la misma ciudad. Apoyo moral, espiritual y muchas veces también económico y laboral. Compras, recomendaciones, consejos de unas a otras.

Mira a tu alrededor: ¿Cuántas mujeres ves? ¿Con cuántas te identificas por lo menos en un aspecto? Te puedo asegurar que con todas tienes algo en común. No por casualidad estamos coincidiendo en un sitio. Te invito a que hagas lo siguiente: la próxima vez que vayas a criticar a una mujer –por lo que sea: su aspecto físico, su forma de comportarse, sus creencias, etc.- detente a pensar un momento. Date cuenta de que cada quien tiene una historia y unas creencias diferentes y de ahí parte su forma de ser. Antes de criticar encuéntrale a esa mujer algo positivo: una cualidad, alguna habilidad, algo bueno que haya hecho por ti o por alguien más. Seguramente empiezas a percibirla de forma diferente. La crítica es una de las peores formas de relacionarnos con los demás, y sería buenísimo empezar a erradicarla.

Como segundo ejercicio: ¿qué pasaría si pudieras ayudar a alguna mujer a lograr sus sueños? Una persona realizada tiene el poder de cambiar una sociedad. Recuerda alguna vez que hayas logrado algo muy importante para ti. ¿Cómo te sentías? ¿Quién estaba contigo? ¿Cómo cambió tu entorno después de ese logro? ¿Ayudó a tu familia? ¿A tu comunidad?

¡Pensemos en grande, mujeres! Dejemos de meternos el pie y unamos fuerzas, tenemos familias y un gran país que sacar adelante. Vivimos en un tiempo donde el cambio no solo es inminente sino necesario. El cambio debe ser de raíz, enseñemos valores a nuestros hijos, pero con el ejemplo, basta de palabrería. Empecemos a crear el país que realmente deseamos para nosotras y nuestras familias. Dejemos que nuestro poder interno brille y contagie a los demás. Ayuda a los demás y seguramente recibirás muchos beneficios a cambio. Si estás en la posición de ayudar, ¡hazlo! Seguramente has estado en el otro extremo, donde tú necesitabas la ayuda ¿no te hubiera gustado que alguien te tendiera la mano? En el futuro puedes ser tú la que necesite ayuda, así que solo recuerda que el bien que hagas ahora, te regresará multiplicado.

¿Podrías comprometerte hoy a empezar a poner tu granito de arena?

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